Sobre el Ginocentrismo

Por Peter Wright (Traducción por Andrés Bolaños)

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Ginocentrismo n. (del griego ???? “mujer” – Latín centrum, “centrdo”) se refiere a enfocarse de manera exclusiva o dominante en la mujer, en teoría y en práctica; o a la defensa de esa premisa (1). Cualquier cosa puede ser considerada ginocéntrica (Adj.) cuando se está tratando exclusivamente con un punto de vista femenino (o específicamente feminista) (2).

Katherine K. Young y Paul Nathason declaran que el enfoque predominante de la ideología ginocéntrica es dar prioridad a las mujeres jerárquicamente, y como resultado ésta puede ser interpretada como misandria (el odio y prejuicio hacia los hombres). Los llamados por la igualdad e incluso la equidad por parte de las feministas son a menudo, de acuerdo con esos autores, una treta para llegar al ginocentrismo (3).

Young y Nathanson definen el ginocentrismo como una forma de ver el mundo basada en la creencia explícita según la cual el mundo gira en torno a las mujeres, un tema cultural que estos autores aseguran se ha vuelto “de rigor” tras bastidores en las cortes y burocracias gubernamentales, lo que ha resultado en una discriminación sistémica contra los hombres (4). Los autores exponen además que el ginocentrismo es una forma de esencialismo –distinto de la escolaridad o la actividad política en nombre de las mujeres- en la medida en que se centra en las virtudes innatas de las mujeres y los vicios innatos de los hombres.

Otros autores hacen la discriminación entre tipos de ginocentrismo, tales como los actos o eventos ginocéntricos individuales (por ejemplo el Día de la Madre), y el concepto más amplio de una cultura ginocéntrica, que se refiere a una colección más grande de rasgos culturales que tienen una mayor significancia en la forma en que la gente vive (6).

 

Historia

Los elementos de cultura ginocéntrica que existen hoy en día se derivan de prácticas que se originaron en la sociedad medieval, tales como el feudalismo, la caballería y el amor cortés, que continúan dando forma a la sociedad contemporánea en formas muy sutiles. Peter Wright se refiere a dichos patrones ginocéntricos como constituyentes de “feudalismo sexual”, como lo confirman escritoras como Lucrezia Marinella, quien en 1600 relató que las mujeres de clases socioeconómicas bajas eran tratadas como superiores por hombres que actuaban como sirvientes o bestias hechas para servirles, o por Modesta Pozzo quien en 1590 escribió:

“¿no vemos acaso que la tarea legítima de los hombres es ir a trabajar hasta el agotamiento tratando de acumular riqueza, como si fueran nuestros agentes o representantes, de tal manera que nosotras permanezcamos en casa como señoras de la heredad dirigiendo su trabajo y disfrutando de las ganancias de su labor? Esa, si lo quieren así, es la razón por la que los hombres son por naturaleza más fuerte y robustos que nosotras –ellos necesitan serlo, de tal manera que puedan soportar el pesado trabajo que deben padecer a nuestro servicio.” (7)

El ataúd dorado en la imagen de arriba muestra escenas de comportamiento servil hacia las mujeres que eran típicas de la cultura del amor cortés de la Edad Media. Dichos objetos eran regalos que los hombres daban a las mujeres buscando impresionarlas. Nótese a la mujer de pie y con las manos en la cintura en posición de autoridad, y al hombre que está siendo llevado por un cabestro, con sus manos juntas en posición de sumisión.

Es claro que mucho de lo que hoy llamamos ginocentrismo fue inventado en la Edad Media, con las prácticas culturales de la caballerosidad romántica y el amor cortés. En la Europa del siglo XII, el feudalismo servía como base de un nuevo tipo de amor en el que los hombres jugaban el papel de vasallos de las mujeres, que a su vez jugaban el papel de un Señor idealizado. C.S. Lewis, a principios del siglo XX, se refería a esta revolución histórica como “la feudalización del amor”, y declaraba que no ha dejado ni un solo rincón intacto en lo que concierne a nuestra ética, nuestra imaginación y nuestra vida diaria. (8) Lewis escribe:

“Todo el mundo ha escuchado sobre el amor cortés, y todo el mundo sabe que apareció muy repentinamente al final del siglo XI en Languedoc. El sentimiento, desde luego, es amor, pero amor de una clase altamente especializada, cuyas características podrían ser enumeradas como Humildad, Cortesía, y la Religión del Amor. El amante siempre es abyecto. La obediencia de los deseos más nimios de su señora, sin importar que caprichosos sean, y el consentimiento mudo a los reproches de ella, sin importar lo injustos que sean, son las únicas virtudes que él se atreve a reclamar. Este es un servicio de amor moldeado cuidadosamente sobre el servicio que un vasallo feudal le debe a su señor. El amante es el”hombre” de la dama. Se dirige a ella como midons, que etimológicamente representa “mi señor” y no “mi señora”. Toda la actitud ha sido descrita apropiadamente como “una feudalización del amor”. Este solemne ritual amatorio es considerado como parte esencial de la vida cortesana” (9).

Con el advenimiento de mujeres (inicialmente cortesanas) elevadas a la posición de “Señor” en las relaciones íntimas, y con este sentimiento general difundido a las masas y a lo largo del gran parte del mundo hoy en día, se justifica hablar de un complejo cultural ginocéntrico que afecta, entre otras cosas, las relaciones entre hombres y mujeres. Además, a menos de que se pueda encontrar evidencia concreta de una extendida cultura ginocéntrica en periodos anteriores a la Edad Media, entonces el ginocentrismo tiene precisamente 800 años. Para determinar si esta tesis es válida, es necesario mirar con más detalle aquello a lo que nos referimos como “ginocentrismo”.

Ginocentrismo como fenómeno cultural

El término ginocentrismo ha estado en circulación desde los años de 1800, cuya definición general es “centrarse en las mujeres; preocuparse exclusivamente por las mujeres” (10). De esta definición podemos ver que ginocentrismo puede referirse a cualquier práctica centrada en el género femenino, o a un simple acto ginocéntrico llevado a cabo por un individuo. No hay nada inherentemente malo con un acto ginocéntrico (por ejemplo, el Día de la Madre) o, en ese caso, con un acto androcéntrico (celebrar el Día del Padre). Sin embargo, cuando un acto se institucionaliza en la cultura en detrimento de otros actos, entonces estamos frente a una costumbre hegemónica –es decir, es la costumbre relacional de elevar a las mujeres al papel de Señor en relación con sus vasallos masculinos.

El autor de Teoría Ginocéntrica, Adam Kostakis, ha intentado expandir la definición de ginocentrismo para referirse al “sacrificio masculino para el beneficio de las mujeres” y “la deferencia de los hombres hacia las mujeres”, y concluye: “El ginocentrismo, ya sea que lleve el nombre de honor, nobleza, caballerosidad, o feminismo, no ha cambiado en su esencia. Continúa siendo un deber particularmente masculino el ayudar a las mujeres a subirse a los botes salvavidas, mientras los hombres se enfrentan a una muerte segura y helada” (11). Yo estoy de acuerdo con las descripciones de Kostakis de un deber masculino asumido, pero la frase “cultura ginocéntrica” transmite su intención de manera más precisa que decir solamente “ginocentrismo”. Por lo que cuando se usa la palabra sola en esta página, “ginocentrismo” se refiere a una parte de toda la cultura ginocéntrica, frase que defino aquí como cualquier cultura que instituya reglas para relaciones de género que beneficien a las mujeres a expensas de los hombres a lo largo de un amplio rango de medidas.

En la base de nuestra actual forma de ginocentrismo se encuentra la práctica del sacrificio masculino forzado a beneficio de las mujeres. Si aceptamos esta definición, necesitamos mirar hacia atrás y hacer la pregunta concomitante de si los sacrificios masculinos a lo largo de la historia siempre fueron llevados a cabo por las mujeres o si, en cambio, se hicieron por alguna otra meta primaria. Por ejemplo, cuando los hombres son enviados a morir en grandes números en las guerras, ¿fue acaso por las mujeres, o fue más bien por el Hombre, Rey, y País? Si fue por lo último, entonces no podemos declarar que fue el resultado de una cultura ginocéntrica intencional, o al menos no en la manera en que lo he definido aquí. Si el sacrificio no se hace para el beneficio de las mujeres, aún si ellas son beneficiarias ocasionales de ese sacrificio masculino, entonces no se trata de ginocentrismo.

La prescindibilidad masculina estrictamente “en beneficio de las mujeres” comienza de manera notable después del advenimiento de la revolución de género del siglo XII en Europa –una revolución que nos entregó términos como galantería, caballerosidad, amor caballeresco, cortesía, romance, y otros. De ese periodo en adelante, las prácticas ginocéntricas crecieron exponencialmente, culminando en las demandas del feminismo actual. En resumen, el ginocentrismo era un fenómeno aislado en el mejor de los casos antes de la Edad Media, después de lo cual se volvió algo ubicuo.

Con todo esto en mente, no tiene mucho sentido hablar de una cultura ginocéntrica que empezó junto con la revolución industrial hace sólo 200 años (o hace 100 o incluso 30 años), o decir que ésta empezó hace ya dos millones de años, como algunos argumentan. No estamos luchando simplemente con dos millones de años de programación genética; nuestro enemigo, culturalmente construido, es mucho, mucho, más simple de señalar y de, potencialmente, revertir. Todo lo que necesitamos hacer es mirar las circunstancias bajo las cuales el ginocentrismo empezó a florecer, e intentar revertir dichas circunstancias. Específicamente, eso quiere decir rechazar las ilusiones del amor romántico (amor feudalizado), junto con las prácticas de misandria, humillación masculina y servidumbre que en definitiva lo apoyan.

 

La Querelle des Femmes, y la defensa de las mujeres

La Querelle des Femmes se traduce como “la controversia de las mujeres” y equivale a lo que hoy llamaríamos una guerra de géneros. La querelle comienza en la Europa del siglo XII y encuentra su culminación en la actual ideología impulsada por feministas (aunque algunos autores afirman, de manera poco convincente, que la querelle llegó a su fin en los años de 1700). El tema básico de esa controversia que ya lleva siglos giraba, y continúa haciéndolo, alrededor de la defensa de los derechos, poder y estatus de las mujeres, y por lo tanto Querelle des Femmes sirve como el título original del discurso ginocéntrico.

Si consideramos la longevidad de esta revolución, podríamos estar inclinados a coincidir con la declaración de Barbarossaaa que dice que “el feminismo es la máquina de defensa perpetua de las mujeres.”

Al ubicar los eventos anteriormente descritos en una línea de tiempo coherente, se ve que la servidumbre caballerosa hacia las mujeres fue elaborada y tuvo patrocinio bajo el reinado de Eleanor de Aquitaine (1137-1152), e instituida culturalmente a lo largo y ancho de Europa durante los 200 años siguientes. La Querelle des Femmes surgió después de arraigarse de esa manera en suelo europeo, y se refiriere a la cultura de defensa, que nació para proteger, perpetuar e incrementar el poder femenino, en relación con el masculino, que continúa hasta hoy, en una tradición ininterrumpida, en los esfuerzos del feminismo contemporáneo (12).

Los escritos de la Edad Media en adelante están llenos de testimonios de hombres intentando adaptarse a la feudalización del amor y al servicio de las mujeres, junto con la agonía emocional, la vergüenza y en algunos casos la violencia física que sufrieron en el proceso. La caballerosidad ginocéntrica y la querelle asociada no han recibido mucha elaboración en los cursos de los estudios de hombres hasta la fecha, pero con la emergencia de nuevos manuscritos y traducciones al inglés de mejor calidad, podría ser rentable iluminar este camino (13). Por ejemplo, el texto que estaba leyendo una vez más hoy, “Al Servicio de las Damas” de Ulrich Von Liechtenstein (1250) representa un tesoro escondido de las emociones a las que se enfrenta un hombre tratando de adaptarse a este papel de vasallo; textos como éste podrían ser incluidos en planes de estudios y explorados para un entendimiento más profundo de la experiencia masculina y las expectativas culturales que se imponen a los hombres.

 

Referencias

  1. Diccionario de Inglés Oxford – Vers.4.0 (2009), Oxford University Press, ISBN 978-0199563838
  2. Diccionario de Inglés Oxford 2010
  3. Katherine K. Young and Paul Nathanson, Legalizing Misandry, 2006 p.116
  4. Katherine K. Young and Paul Nathanson, Legalizing Misandry, 2006 p.309
  5. Katherine K. Young and Paul Nathanson, Sanctifying Misandry, 2010 p.58
  6. Wright, Peter, Gynocentrism: From Feudalism to Modern Disney Princesses, 2014 p.8
  7. Wright, Peter, ‘The sexual-relations contract,’ Capítulo 7 in Gynocentrism: From Feudalism to Modern Disney Princesses, 2014 p.28
  8. C.S. Lewis, Friendship, capítulo en The Four Loves, HarperCollins, 1960
  9. C.S. Lewis, The Allegory of Love, Oxford University Press, 1936
  10. Dictionary.com – Gynocentric
  11. Adam Kostakis, Gynocentrism Theory – (Published online, 2011). Aunque Kostakis asume que el ginocentrismo ha existido desde que se tienen registros históricos, señala en particular a la Edad Media para comentar: “Hay una continuidad considerable entre el código caballeresco de clases que surgió en la Edad Media y el feminismo moderno… Uno podría decir que son la misma entidad que ahora existe de una manera más madura –ciertamente no estamos lidiando con dos creaturas diferentes”
  12. Joan Kelly, Early Feminist Theory and the Querelle des Femmes (1982), reimpresa en Women, History and Theory, UCP (1984)
  13. El New Male Studies Journal ha publicado artículos que tratan sobre la historia y la influencia de la caballerosidad en las vidas masculinas.

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